Grupo PARK. Quienes somos. Lo que hacemos
Universidad de Extremadura. Facultad de Enfermería y Terapia Ocupacional, Cáceres
Grupo PARK. Quienes somos. Lo que hacemos
Una investigación del grupo PARK de la Universidad de Extremadura ha comprobado que un ácido graso exclusivo de la jalea real induce la autofagia celular en la enfermedad de parkinson y mejora la salud neuronal en varios modelos animales. A su vez, los investigadores han comprobado que prolonga la vida útil de la mosca de la fruta.
Así, la autofagia celular permite a la célula «autodigerirse» parcialmente en caso de déficit nutricional y producir energía y, lo que es muy importante, elimina del interior de la célula todos aquellos contenidos celulares alterados, ya sean biomoléculas (como proteínas) e incluso orgánulos celulares como mitocondrias que se encuentren dañados. La investigación que lleva a cabo el grupo PARK, integrado en Ciberned, a lo largo de los últimos años ha comprobado el papel protector del correcto funcionamiento de la autofagia celular en patalogías neurodegenerativas como la enfermedad de parkinson.
Ahora, los investigadores quieren observar si las moléculas de la jalea real son buenas candidatas para inducir la autofagia celular e incrementar el efector neuroprotector. «La jalea real tiene unos ácidos grasos exclusivos, es decir, que solo se encuentran en esta sustancia, por ejemplo el denominado. La vocación de nuestro grupo es trabajar en todos los mecanismos que regulan la autofagia y en aquellas moléculas que tienen capacidad para modularla y puedan ser considerados neuroprotectores», ha explicado José Manuel Fuentes.
Los resultados de este primer estudio publicados en la revista Cell Biology and Toxicology son muy satisfactorios. Por un lado, inducen efectivamente la autofagia celular. Y por otro, los científicos han observado el efecto neuroprotector frente a enfermedades neurodegenerativas tanto en modelos animales (en ratón) como en ensayos celulares in vitro. «Todo indica que el ácido graso QBA estimula la neuroprotección precisamente porque induce la autofagia», ha matizado Fuentes.
Asimismo, los investigadores han hallado otro efecto muy interesante: este ácido graso promueve la longevidad en las moscas de la fruta.
Fuente: Periódico HOY
Trastorno neurológico, propio por lo general de personas de edad avanzada, caracterizado por lentitud de los movimientos voluntarios, debilidad y rigidez muscular y temblor rítmico de los miembros. Así define la Real Academia a la enfermedad de Parkinson, una patología que afecta a unos 2.500 extremeños, la mayoría de ellos por encima de los 70 años, según el estudio epidemiológico que hizo hace cuatro años el grupo de investigación PARK de la Universidad de Extremadura (UEx), el mismo que ahora protagoniza un hallazgo que podría ayudar a conseguir diagnósticos más tempranos y precisos.
Lograr esto último es desde hace años uno de los principales desafíos para los médicos e investigadores que trabajan intentando descifrar este trastorno al que se suele poner nombre cuando ya ha dado la cara. «Uno de los problemas del párkinson es que es una patología difícil de diagnosticar, con frecuencia el diagnóstico llega en estadios avanzados de la enfermedad», sitúa José Manuel Fuentes, coordinador del PARK, el grupo que investiga sobre enfermedades neurodegenerativas y está adscrito al departamento de Bioquímica y Biología Molecular y Genética de la facultad de Enfermería. Él es el investigador principal de este trabajo que ha logrado describir alteraciones en el metabolismo de un grupo de enfermos de párkinson. Y esto abre la puerta a que esas variaciones sean utilizadas como biomarcadores, o sea, como indicadores de la posible presencia de la patología, lo que ayudaría a conseguir lo que tanto se persigue:un diagnóstico precoz y diferencial.
«Lo que hemos publicado –en la revista Aging-US, una de las principales en este ámbito– es un catálogo de moléculas que pueden ser utilizadas como biomarcadores», precisa Fuentes. «La correcta lectura de los cambios metabólicos que hemos descrito abre la ventana a posibles dianas terapéuticas o farmacológicas», amplía el investigador, que explica que a estas conclusiones se ha llegado tras experimentar con ratones pero también con un grupo de pacientes. Los resultados obtenidos, afirma, «son representativos y sólidos, estadísticamente valiosos». Son también esperanzadores, pero como es preceptivo en la investigación médica, aún resta un largo proceso de ensayos y verificaciones hasta que esta novedad se traduzca en pruebas o tratamientos aplicables al día a día de los centros de salud, los hospitales y los pacientes. Resulta aventurado siquiera pronosticar una fecha aproximada.
Obtener las conclusiones a las que han llegado los investigadores extremeños ha obligado a cuantificar miles de moléculas, una tarea ingente de la que se ha encargado el Instituto Gustave Roussy de París. El análisis de esa información es lo que ha permitido detectar en el plasma sanguíneo las variaciones metabólicas que podrían ser usadas como biomarcadores de la enfermedad. Esto no significa que vaya a bastar un análisis de sangre para detectar el párkinson, «una enfermedad tan compleja que lo más apropiado sería hablar de enfermedades de Parkinson, en plural», define José Manuel Fuentes, que empezó hace cinco años á trabajar en esta investigación que financia principalmente el Fondo de Investigaciones Sanitarias del Instituto de Salud Carlos III y el Ciberned (Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Neurodegenerativas). También participan en ella el Inube (Instituto Universitario de Investigación Biosanitaria de Extremadura) y entidades y universidades de Valencia, San Sebastián, Madrid y París.
Profesionales de distintas ramas sostienen una investigación que de entrada, ha logrado poner luz donde había sombra. «Ahora mismo se conocen pocos marcadores que ayuden a hacer un diagnóstico precoz y sobre todo diferencial de la enfermedad», apunta Fuentes, que confía en que «estas variaciones metabólicas que hemos detectado ayuden a encontrar esos biomarcadores que faltan».
En términos más técnicos, la UEx detalla que entre los cambios detectados en el plasma sanguíneo de los enfermos figuran «un aumento de los niveles plasmáticos de ácidos biliares no conjugados, de metabolitos relacionados con el metabolismo de los compuestos nitrogenados, como xantina o hipoxantina, y una reducción de colesterol y ácido úrico». Son hallazgos que contribuirán a desentrañar las claves de la enfermedad de Parkinson. Porque la investigación continuará. Como resume de modo ilustrativo el coordinador del PARK, «estas investigaciones no terminan nunca».
Fuente: Periódico HOY
Fuente: Canal Extremadura